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Todo ser humano tiene derecho a la autonomía corporal y tal vez no haya nada más fundamental para el ejercicio de ese derecho que la capacidad de decidir si se quiere tener un embarazo, cuándo y con quién. Es el momento de acelerar, no de retroceder, para transformar la vida de las mujeres y las niñas y llegar a las más rezagadas. Evitar los embarazos no intencionales es un primer paso innegociable.
Cuando los individuos pueden tomar verdaderas decisiones informadas sobre su salud, su cuerpo y su futuro, están en situación de contribuir a unas sociedades más prósperas y a un mundo más sostenible, equitativo y justo.